Venía al huerto con la intención expresa de fotografiar al nido que una pareja de inquietos pajarillos había colocado dentro de la caseta. Porque cuando me quise dar cuenta, asomaban los recién nacidos pichones por encima de su nido. Había cinco bocas abiertas, al sonido del piar de sus padres. Después de muchos intentos, conseguí que asomaran para disparar el clic fotográfico. Entre espera y espera, salí por ver si conseguía que los padres se posaran en algún sitio visible. Porque revolotear, revolotean sin parar. La quietud y la paciencia hicieron que se colocarana una distancia prudencial. Y hasta pude verlos que trían la comida en el pico.
Os dejo las instantáneas.
Entre espera y espera y para no perder el tiempo, buscaba elementos que pudieran darme un momento de belleza y alegría. ¡Manzanilla preciosa! Sola nació. Lo que hace dejar al suelo seguir su curso natural sin intervenir deshaciendo lo que nos molesta.
Otra maravilla de un pequeño manzano recuperado de una tala absurda, por su anterior propietaria. Yo no sé si podrá con tanta fruta.
Y estas espadañas dirigidas al cielo cual lanzas llenas de vida, son los puerros que dejé para que se fuesen a flor.
Estructura que vengo repitiendo todos los años como entutorado de las tomateras. Fácil, sencilla, económica y segura. Me evita muchos problemas de caídas y frutos que toquen el suelo. No hace calor, así que las tomateras están algo aletargas. A ver si el tiempo mejora y les da un empujoncito.
Darse tiempo para contemplar y admirar una estampa semejante, relaja el espíritu y anima a seguir cuidando los seres que están a nuestro cargo.
Las primeras grosellas de la planta. Le ha costado tiempo adaptarse al suelo y clima, pero al fin lo ha conseguido.
La frondosidad de la melisa, adorna y embellece el sitio con un verde singular y fresco. Da un toque singular al entorno. Me gusta su presencia.
El porte de la amapola es en sí mismo un espectáculo estético que no tienen otras plantas. Hasta su distribución en el espacio que ocupa está distribuído estratégicamente. Nada falta. Nada sobra.
Tres hileras de máiz (No transgénico, porsupuesto). No le debo nada a Mon...
Las matas de guisantes, con sus vainas pendiendo de las ramas, son bellas, muy bellas. Es el encanto que tienen las hortalizas.
Y otra vez el magnífico llantén. Casi nadie lo conoce, habida cuenta de que cada vez que se lo nombro a alguien me responde "¿qué?" Con lo útil que es.
El trébol blanco ha ido apareciendo por todo el huerto. Yo lo habí sembrado, hará unos cuatro años, pero no había nacido. Y este año, de golpe, lo veo esparcido por muchos sitios. ¿? Sé que es buen colonizador, y destierra algunas "malas hierbas". Además es buen abono verde o cobertura para el suelo, así que bienvenido sea.
Acelgas, zanahorias y lechugas varias. Aquí estuvieron, antes, el maíz, y antes, las habas, y antes las hierbas y cardos.
Aspecto de las zanahorias después de haber desalojado algunas plantas espontáneas. También son bellas.
Los fresales están empezando a dar sxus ricos frutos. Pero siempre hay algún visitante rastrero que se pasea buscando su alimento. Me refiero a las babosas y caracolillos.
Y, por fin, aquí están mis amigas las gallinas. Siempre les he estado sacando fotos, pero hasta hoy, no había subido ninguna. Las bancas, son ponedoras y las negras, castellanas. Suelen entenderse, pero no siempre. Las blancas, que fueron las primeras en llegar deben sentirse dueñas del lugar y de vez en cuando, picotean o roban su comida, a las negras.
Espero que mi paseo, sin trabajar, por el huerto, os haya gustado.